El lado oscuro del WhatsApp

WhatsApp, ¿quién no conoce ese programa hoy en día Chomanderos?

Si hiciésemos una encuesta al azar sobre este programa veríamos que hoy por hoy casi todos lo conocemos y además lo utilizamos, más o menos intensivamente, ha pasado a formar parte de esa mochila de cosas de las que ya nos resultaría difícil renunciar

¿Te has preguntado alguna vez que consecuencias tiene para nosotros utilizar las redes sociales desde el teléfono?

Mi experiencia me ha llevado a la conclusión de que cada vez son más frecuentes las rupturas afectivas como consecuencia del abuso de plataformas virtuales como el Whatsapp u otras formas de comunicación interpersonal a través de mensajes en las redes sociales.

Pero no nos quedemos con la lectura fácil o la conclusión de que es dañino, como casi siempre, todo va ha depender del uso que hagamos del instrumento, por ejemplo un cuchillo puede ser una herramienta muy útil o puede ser un arma, todo dependerá del portador y el uso que se haga

¿Qué es eso de la comunicación realmente?

 

Antes de avanzar, considero que sería importante dejar claro algo que muchas veces se nos olvida cuando estamos metidos de lleno en la vorágine de mandar o recibir mensajes. Los habituales intercambios de textos a través de la red, distan mucho de la verdadera comunicación, o dicho de otro modo, es como si pretendiésemos hacer un rico cocido con sólo agua y garbanzos, nos faltarían demasiados ingredientes y ese plato nos sabría más bien pobre e insípido

Nuestro verdadero “cocido” ha de ser un proceso interactivo por el que se transmita un mensaje (ideas, actitudes, sentimientos, emociones) desde un individuo (emisor) a un otro (receptor), utilizando estímulos tanto verbales como gestuales, lo que entendemos como lenguaje no verbal

Pero en el frío mundo de los bits fabricamos un sucedáneo que como mucho sólo se le parece al real

Estoy hablando de WhatsApp, pero muchos de los problemas que genera esta plataforma la encontramos en otras redes sociales como Facebook o Twitter, por si mismas configuran y crean todo un nuevo ecosistema de comunicaciones que para muchos acaba por ser la única forma de construir sus relaciones interpersonales o afectivas, sustituyendo el tradicional cara a cara por la azulada y fría pantalla

Y es así como millones de personas mantienen actualmente sus relaciones, retoman o inician nuevos contactos de amistad (término que se ha degradado como resultado de este nuevo tipo de ecosistema de las redes sociales), incluso con perfectos desconocidos con quienes crean lazos afectivos y/o comparten su privacidad

Orígenes del WhatsApp

 

Allá por el 2009 aterrizó un programa que al principio nos pasó desapercibido, incluso a las empresas de telecomunicaciones y fabricantes les pilló con el pie cruzado, acababa de aparecer un programa que estaría llamado a alterar en muy poco tiempo todo el mundo de las comunicaciones ya que ofrecía un aliciente perfecto, saciar la inagotable sed de comunicación que tenemos los humanos a coste 0, siempre disponible, inmediato, sin límites de tamaño, podías hacer grupos y enviarles lo que quisieras (vídeos, textos, imágenes o audio), etc.

A medida que incrementaba su penetración entre la población iba cambiando nuestra manera de relacionarnos, se constató un detrimento de las conversaciones y los encuentros presenciales al proliferar los chats, lo mismo ocurrió con Facebook u otros lugares en los que podíamos enviar mensajes privados, al final todos ellos eran “sucedáneos virtuales” y en ese mundo virtual tienden a degradarse por la falta de ese “calor humano”, la gestualidad o el valor que la entonación le confiere a las palabras, al final son elementos fundamentales de la comunicación que nunca suplirán los populares emoticonos por más que estén diseñados para tratar de cubrir esa ausencia que se siente solo con un frío texto, tratan de expresar emociones y enfatizar en la intencionalidad que el usuario pretende conferir a una expresión escrita.

 

¿Pero y esto es malo o es bueno?

 

Una vez más no hay una respuesta absoluta. Los nuevos canales y ecosistemas nos aportan grandes ventajas a nivel personal y laboral, sobre todo para unir a personas aisladas, separadas geográficamente, con imposibilidades o dificultades (físicas o mentales), etc

Pero el objetivo que me he propuesto para hoy es que veamos las repercusiones perjudiciales online.

 

Efectos nocivos de la comunicación por Whatsapp

 

Una de las principales consecuencias negativas del mal uso de las redes sociales es la adicción por abuso del Whatsapp (aquí podríamos incluir todas las redes sociales o programas de mensajería), pasamos a ser seres permanentemente conectados y disponibles, la inmediatez hace que sea cada vez más difícil manejar la postergación (atrasar) la respuesta, todo esto hace que se enganche y ocasiona comportamientos de tipo obsesivo-compulsivos que merman la atención a los quehaceres laborales, sociales y familiares, abocando a un aislamiento del mundo real por un ansia de estar siempre conectado e informado y a su vez ofreciendo información de todo lo que acontece en las vidas de quienes sufren este trastorno.

Te haces esclavo

Los afectados por esta adicción van creando una dependencia del teléfono móvil (nomofobia) y una habituación a crear nuevas amistades, nexos afectivos e incluso relaciones sentimentales a través de vínculos virtuales que atrofian las habilidades de comunicación adquiridas por el individuo a lo largo de su vida. Es así como muchos se van habituando (por pereza, por comodidad, por miedo o vergüenza a afrontar el cara a cara en ciertas relaciones) a enviar mensajes y a mantener conversaciones a través de pantallas en lugar de hacerlo cara a cara.

Y poco a poco se van deteriorando las relaciones, a veces muy directas, van disminuyendo la frecuencia de los contactos y relegar el saber del otro a escuetos mensajes de texto. Pero somos seres sociales, necesitamos el contacto humano, aunque sea sólo un sucedáneo y al mismo tiempo, quienes sucumben a éstas prácticas tienden a integrarse en grupos o foros con perfectos desconocidos, con quienes acaban citándose en un lugar público para conocerse en persona e iniciar una relación que, en muchas ocasiones, sólo sirve para alimentar el ego y la fingida personalidad que cada cual ha creado de si mismo para satisfacer sus deseos y ser aceptados por los demás.

Es evidente que tienen una baja esperanza de vida, estas relaciones están abocadas al fracaso, agravándose un problema de soledad ya que las amistades surgidas en estas redes, van precedidas del descuido o abandono de las que previamente se tenían en el mundo real.

Hemos entrado en un círculo muy dañino como veis

Aquellas personas que terminan por pedir ayuda frecuentemente se quejan del deterioro de sus relaciones familiares por culpa de los populares grupos de Whatsapp, son una especie de micro-clubs de indigesta y empalagosa camaradería, además para muchos la pertenencia les viene a veces impuesta por las circunstancias, en ella los miembros se sienten atosigados y acaban viéndose forzados a dar un informe casi diario de sus actividades, hasta que al final les llega el hartazgo y el deterioro de las relaciones, en este caso por exceso de roce.

Sucede también con frecuencia un hecho muy común, que por la falsa percepción de inocuidad que dan estos lugares dejarse llevar por un impulso y teclear en el teléfono móvil, se pueden hacer comentarios con ligereza que otros interpretan como provocaciones que acaban generando disputas

También se ven afectadas las relaciones amorosas, pueden surgir graves problemas cuando se relega a las redes sociales una comunicación que debería ser más real y menos virtual, circunstancia que conduce a un deterioro emocional que puede hacer tambalear los cimientos de los vínculos afectivos.

Es igualmente frecuente que la proclividad al coqueteo al que predispone la impersonalidad las relaciones virtuales (en las que las desinhibiciones afloran con facilidad) derive en situaciones difíciles (muchas veces desencadenadas por un narcisismo latente) que crean situaciones de celos derivados del mal uso de estos medios.

Un reciente estudio de la Academia Americana de Abogados Matrimoniales (American Academy of Matrimonial Lawyers®) cuantifica en un 80% los casos de divorcios que se ven influenciados negativamente por incidentes relacionados con las redes sociales, e informa de que Facebook es la fuente principal de pruebas del 20% todos los divorcios tramitados en los Estados Unidos.

Conclusiones

 

Casi sin darnos cuenta hemos ido introduciendo a las redes sociales en nuestras rutinas hasta el extremo de convertirlas en un elemento propagador de todo cuanto nos sucede, así como también en una válvula de escape que exterioriza nuestro estado de ánimo cada vez que nos sentimos alegres y eufóricos o bien molestos o tristes.

Para muchas personalidades propensas al histrionismo narcisista, las redes sociales funcionan como una plataforma de desahogo cada vez que se sufre un ataque de ira asociado al deseo de darlo a conocer a los “amigos” virtuales, sin ser consciente quien así actúa que está propagando su privacidad, convirtiéndose en vulnerable y exponiéndose a malos entendidos que acaban distorsionando la realidad a través de los twets y mensajes que envía o recibe.

Todo ello genera un bucle de conflictos encadenados.

Las redes sociales se han convertido para muchos en un elemento imprescindible para que los humanos nos comuniquemos, pero por el camino hemos pagado un precio muy elevado, olvidar que la comunicación interpersonal va más allá de la frialdad de un teclado, de una pantalla, de unos textos cada vez más abreviados y de unos sentimientos y emociones que jamás se podrán expresar con desnudos emoticonos.

No te dejes engañar, por muy perspicaz que te puedas considerar, el lenguaje creado con algoritmos (informático) sólo permite descodificar una porción del mensaje que alguien desee transmitirte, a lo sumo podremos alcanzar a acercarnos de forma aproximada e intuitiva, pero nunca será tan fiable y completo como la verdadera comunicación interpersonal

Es por este motivo que es tan importante mantener y mejorar nuestras relaciones, sobre todo en lo que a emociones y sentimientos respecta, deberemos esforzarnos para utilizar racionalmente los nuevos lenguajes on line y que estos no nos hagan perder las habilidades de relación adquiridas en el intercambio de experiencias propio de la comunicación interpersonal.

¿Por qué no retomar las miradas cómplices a los ojos curiosos, una conversación infinita que se diluye en un tiempo que se detiene, un roce furtivo, impregnarse de los aromas y perfumes de la vida REAL?

¿Qué opinas?, ¿te has visto reflejado en alguna situación así?, ¿qué propones?

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